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10 de noviembre de 2017.

¡Lee el Evangelio! Domingo 25 de agosto...

¡Lee el Evangelio! es una sección de nuestro Sitio que contiene el Evangelio del Domingo que viviremos o estamos viviendo y el comentario de nuestro Párroco, que nos muestra una mirada sencilla y clara de lo que dice el texto y a que nos invita el Señor con este mensaje. Si tú crees ¡Lee el Evangelio!



DOMINGO 21° TIEMPO DE LA IGLESIA (25 de agosto 2013)


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Lucas (Lc. 13, 22-30)


Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?» Él respondió: «Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”. Y él les responderá: “No sé de dónde son ustedes”. Entonces comenzarán a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas”. Pero él les dirá: “No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!” Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos».

Palabra del Señor.


Comentario:


El texto de San Lucas parece a primera vista un mosaico sobrecargado de palabras, dichas por Jesús en diversas circunstancias. Sin embargo el evangelista les da unidad, centrándolas en torno al tema de la salvación y plateando las consecuencias de la admisión o exclusión del reino de DIOS.


Cuando San Lucas elaboró este texto, la Iglesia vivía todavía el delicado trance de su emancipación del judaísmo y de su apertura universal a otros pueblos. En una comunidad cristiana, formada por judíos y gentiles, era normal que hubiera tensiones y se plantearan cuestiones de fondo sobre la suerte final de unos y otros. Era difícil que un judío pudiera entender que los gentiles se podían salvar con el mismo derecho que él. Rabbí Meir decía, por ejemplo, que para salvarse "era preciso habitar en Israel, hablar Hebreo como lengua santa y recitar mañana y tarde la plegaria shemá Israel".


Lo que importa es que cada uno asuma su propia responsabilidad ante la oferta gratuita de DIOS, que "quiere que todos los hombres se salven" ( 1Tim. 2,4 ). El hombre debe esforzarse, es decir pelear y combatir para entrar por la puerta estrecha, que conduce a la vida eterna junto a DIOS.



P. Manuel Troncoso Díaz
Párroco Nuestra Señora del Rosario, El Tabo